La Moda sin afanes


Les comparto mi texto para Octo Magazine sobre lo desafortunado de acosar a la moda. 

La moda es la eterna insatisfacción con el presente. Todo lo que ayer se deseó como tendencia, como vanguardia, hoy nos aburre y nos invita a poner los ojos en algo nuevo. Frente a ese apetito de novedad se presentan los últimos cambios en las casas de moda: veteranos directores creativos dijeron adiós y las expectativas sobre sus remplazos son bastante altas.

Nicolas Ghesquière dirigió con acierto Balenciaga desde 1997, vertiendo su esencia en los valores de la marca. Por 15 años la maison avanzó al ritmo de Ghesquière, con visiones de Cristóbal Balenciaga asomándose en icónicas siluetas. A finales de 2012 se anunció la llegada de Alexander Wang, elegido para sustituir a Ghesquière con solo 28 años de edad.

Desde 1918 contamos con la innovación de Balenciaga, “el maestro de todos nosotros”, en palabras de Dior. Este español nunca vio límites en el cuerpo femenino; nunca temió inflarlo, encubrirlo, alterarlo, superarlo. Estudió la línea, el movimiento, el material y el detalle, logrando en cada vestido la pureza de las formas. “El verdadero couturier”, confesaría Coco Chanel. El que cortaba la tela, armaba el vestido y podía coserlo a mano. “Los otros son simples diseñadores”.

El joven Alexander Wang llega ahora a una casa que ofrece Ready-To-Wear femenino y masculino, además de accesorios y fragancias. No es secreto que las legendarias casas de moda dependen de perfumería, complementos y pequeñeces similares para generar sus cifras más importantes. El 2013 terminó con el anuncio de PPR –el conglomerado dueño de Balenciaga- de la posibilidad de lanzarse al terreno de la Alta Costura con Wang.

En los días de Christian Dior, Coco Chanel y Cristóbal Balenciaga, la moda se daba un respiro entre colecciones. Las propuestas nacían de viajes a tierras exóticas, de temporadas paseando por calles desconocidas, de inspiraciones de cocción lenta. Ahora tenemos la moda veloz, la mera satisfacción de la demanda. Esperar propuestas trascendentales es ingenuidad romántica.

Suzy Menkes escribió el año pasado en el NY Times sobre la “rueda del hámster” en la que se han montado los diseñadores. En el caso de Balenciaga hablamos de colecciones de pre-fall y resort, aparte de ready-to-wear y menswear dos veces al año. Se suman las dos presentaciones anuales de Alta Costura a las que piensa someterse Wang más adelante.

Es solo una de las mentes frescas que ahora toman las riendas de la alta moda. Sobre Wang cae la expectativa de innovación pero también la de rentabilidad. Ojalá el joven modisto, y la nueva generación de la alta moda, puedan silenciar ese constante murmullo fashionista. Si nublan las distracciones usuales del negocio, verán con claridad dónde está la innovación. Solo se necesita concentrar la mirada y dejar los afanes.

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