La esencia del concepto permea a través del estilo de la marca, claramente minimalista y de vanguardia (en efecto, para criaturas poco comunes), pero además de esta esencia simplista que caracteriza muchísimas propuestas actuales, hay una magia de espiritualidad que impregna la colección y que para mi es el verdadero triunfo de esta joven marca de menswear.
No hace falta una lectura profunda en la explicación sobre como se hace presente el concepto en las piezas, basta con detenerse a mirar las fotografías para entender esa presencia seria y prudente oculta bajo los largos sombreros, entre los pliegues de los abrigos, las miradas lánguidas de seres que parecen pertenecer a un mundo totalmente ajeno a Brooklyn (lugar de residencia de muchos judíos ortodoxos y puerto interestelar de muchas razas y cultos).
En esa indumentaria anacrónica se siente la seriedad de una cultura orgullosa y resignada a estar fuera de las novedades del mundo y que sin embargo esta marca, ha renovado por medio de un diseño conciso, sensorial y delicado.
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