La cultura libre de la copia

Llevamos un par de semanas en las que el plagio ha sido tema fuerte en redes sociales. Me llama la atención la rigidez con la que muchos han definido y condenado el plagio, especialmente cuando la copia y la piratería son piezas comunes de nuestra cultura.

Quiero intentar explicar un poco mi inconformidad con el tema de “copia” vs. “original” como conceptos fijos. Lo hago compartiendo un par de reflexiones que han cambiado mi perspectiva. Ojo: no estoy diciendo que copiar esté bien. Estoy ofreciendo herramientas para analizar mejor si algo es realmente "plagio".
 
Empecemos con la conferencia de Johanna Blakley para TED: Lecciones de la cultura libre de la moda.




Johanna Blakley nos habla un poco sobre el tipo de protección de propiedad intelectual que existe en moda. La terminología legal se me escapa, pero lo más importante es entender que las siluetas con las que se construye la vestimenta no pueden ser patentadas, pues se trata de objetos “utilitarios” y sería una injusticia permitir a una marca o la otra tener dominio completo sobre las minifaldas o los cuellos de las camisas o las pinzas en un pantalón. Para patentar en Estados Unidos o en Japón, se necesita probar un grado de innovación muy alto: algo que nadie más haya hecho antes.

Cosas que sí se patentan en la industria de la moda son desarrollos en fibras, materiales y acabados, algo que podemos apreciar claramente en el sector de la ropa deportiva. Nike y Adidas, por ejemplo, cuentan con sus propios desarrollos textiles de marca registrada, igual que con el diseño de calzado. O sea, no se pueden patentar los tenis deportivos pero sí la tecnología que los soporta: cámaras de aire, materiales que reducen el impacto, etc.

Adidas no puede registrar los tenis, pero sí puede patentar las piezas con las que los fabrican, pues han generado materiales de verdadera innovación.



Los jeggings no pueden patentarse, pues se trata de una forma utilitaria, pero están hechos de Lycra, una fibra textil que sí está patentada.
(El blog Counterfeit Chic, enfocado en el tema de copia en moda, explica el tema legal mucho mejor que yo)
 

Lo interesante es que para Johanna Blakley, la falta de protección para la creación en moda es una ventaja para el desarrollo de la industria pues fomenta la innovación. “Hay una ecología de la creatividad bastante abierta”. Los diseñadores tienen la posibilidad de tomar lo que gusten de modas pasadas, de la calle, de otros diseñadores y hacerlo propio. 

Según Johanna, es esta “cultura de la copia” lo que contribuye a la difusión de las tendencias, pues todos los creadores están bebiendo de la misma fuente de inspiración. Además, no podemos negar que muchos consumidores de moda buscan imitar el estilo de las celebridades, bloggers y modelos que ven en las revistas o internet y ¿no es eso también una forma de copia?

La copia económica de una prenda de lujo democratiza los valores de la moda. Eso sí, un descaro total decir que uno es diseñador si está a cargo de calcar estas cosas.

El famoso discurso de The Devil Wears Prada toca un poco el tema: cómo un color usado por un diseñador es reinterpretado por otro montón de diseñadores hasta masificarse.


 



Uno de los temas fuertes aquí es la falsificación de productos de marca: Guchi, Channel, Louis Vutton, Adidad, Mike, Versase, etc. Personalmente, me encantan estos fenómenos de ingenio criminal y disfruto verlos en la calle. Siendo realistas: el público de Chanel y Channel no es el mismo, ni por asomo, entonces a la final las marcas sufren más por un tema de prestigio que por reales consecuencias económicas.


Louis Vuitton es una de las marcas que más se emberraca con el tema de las copias. Sienten que su marca se devalúa por la existencia de productos falsificados. La imagen es de la película The Hangover 2, en la que sale un bolso falso de LV y LV los demandó.

Dice Blakley que las consecuencias positivas de la copia son: la democratización de la moda, la aceleración de las tendencias y la obsolescencia programada (ver Fast Fashion en Colombia). Ahí yo diría que la obsolescencia programada es positiva para el negocio, NO PARA EL PLANETA. 

La segunda fuente de reflexión sobre el tema viene de un proyecto maravilloso llamado Everything is a Remix. En una serie de videos, Kirby Ferguson (sensei, maestro, calidoso) nos educa sobre el origen de la creatividad por medio de música, cine y cultura contemporánea. Según explica Ferguson, hoy en día cualquiera puede hacer un remix: de canciones, de fotos, de videos, de textos. Contamos con las herramientas para hacerlo y difundirlo fácilmente, sin que sea necesario talento o presupuesto. “Todo es un remix”.

En el tercer video de la serie se habla sobre los elementos de la creatividad y Ferguson se aproxima al controversial ejercicio de la copia de una forma bastante positiva, afirmándola como el proceso más básico de aprendizaje del ser humano. Como aprender a hablar siendo bebés, porque imitamos a los adultos que nos rodean. 

Cuando comenzamos a formar nuestro estilo personal en la adolescencia, queremos vestirnos y hasta cortarnos el pelo como el artista que nos gusta, como la niña bonita del barrio, como la modelo de la revista o el catálogo de moda. Copiamos de lo que percibimos hasta que asimilamos cómo funciona la estética que nos rodea, hasta que nos sentimos un poco menos inseguros y podemos empezar a ser "originales".

“Necesitamos la copia para construir una base de conocimiento y entendimiento, y después de eso… las cosas pueden volverse interesantes”. 

Ferguson explica que los grandes inventos no se crean por el susurro de una musa, sino por la conexión de otros inventos previos: se copia y a partir de ahí se evoluciona. 

Raf Simons copia las líneas icónicas de Christian Dior para transformarlas en las nuevas colecciones de la casa Dior.

En moda es inevitable copiar algo para crear algo nuevo. Las siluetas que usamos tienen una base imposible de ignorar: todos los pantalones se bifurcan para vestir cada pierna, todas las camisas deben considerar la medida de la espalda, del pecho, de los hombros, etc. 

Mariano Fortuny. Colección Delphos, 1910.

Cuando Mariano Fortuny diseñó sus famosos vestidos plisados, lo hizo tomando como punto de partida las siluetas de la antigua Grecia, plagió entonces el estilo griego?
Autores como Tolkien o incluso Rowling tomaron criaturas, ritos y magia de la rica mitología europea para crear sus propias historias, pero podemos hablar de plagio aquí?

La “ecología de la creatividad” de Johanna Blakley defiende el plagio legal que impulsa la innovación constante. La visión de Kirby es que la innovación creativa viene de la copia  que es luego transformada. Los dos coinciden en que hay un potencial innovador en la copia, uno que tal vez legal y moralmente no hemos sabido definir.



Imágenes de Alexsandro Palombo en su blog Humor Chic criticando los "Fakes" de Dior y Céline. En el primero la copia es evidente, en el segundo ¿lo consideramos plagio?


"Los malos artistas imitan, los grandes artistas roban" -Picasso (¿o Banksy?)

“Si robas de un autor, es plagio; si robas de muchos, es investigación” -Wilson Mizner


Yo pude presentarles todas las observaciones anteriores como mías, pues técnicamente corresponden a lo que pienso del tema. Si las presentara sin citar a ambos autores, podrían argumentar que mi opinión se parece a la de ellos, pero no tendrían cómo afirmar que los plagié.

(Mi ética personal no me permite apropiarme de conocimiento ajeno y de hecho, me parece injusto no compartir las fuentes originales, pues SÍ creo en la “cultura libre del conocimiento”)

Como dice Ferguson: todos estamos construyendo con los mismos materiales. Nuestra concepción actual de plagio no reconoce las influencias, las inspiraciones, la posibilidad de caer en lugares comunes. 

Ciertos clichés y arquetipos estéticos llevan a que la moda (en este caso, la fotografía de moda) caiga en lugares comunes, que no es lo mismo que plagiar. El referente en cuestión es el personaje de Ofelia, de Shakespeare.

No justifico ni promuevo el plagio, porque me parece la salida de los mediocres, pero creo que es necesario reconocer que los nuevos escenarios de la moda, el arte o cualquier disciplina que involucre propiedad intelectual tienen que adaptarse a estas perspectivas abiertas a tomar inspiración de contenidos ajenos y transformarlos. 

Estas cosas tienen sus matices y, por ponerlo más claro, sus niveles de descaro. No es lo mismo que copie un estudiante, un diseñador que comienza apenas a formalizar su negocio a que lo haga una marca o una casa de moda consolidadas. 

Se necesita cultivar una ética capaz de reconocer hasta dónde termina la inspiración y comienza el robo de ideas ajenas. Si hay algo que los inspira, rétense a mejorarlo. No se nieguen esa oportunidad de crecimiento creativo.

3 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo. Y es que ya todo está hecho, y hoy es mucho más complicado crear algo nunca antes visto. La cuestión es cómo se reinterpreta. Abrazos, Dianita. :)

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