El 14 de julio se celebraron 150 años del nacimiento de Gustav Klimt. Este artista austriaco de finales del siglo XIX y principios del siglo XX es conocido por su estilo ornamentado y se considera un importante representante del movimiento modernista vienés. La belleza femenina fue una de las mayores fuentes de inspiración para Klimt, con una carga erótica que fusiona cuerpos naturales y fluidos con ricos patrones y texturas visuales. Klimt logra capturar la hermosura de un gesto humano enmarcándolo entre flores, mosaicos y preciosa geometría.
Klimt se vale del vestuario en esa intención de ornamentar y entre túnicas, vestidos o capas se asoma la palidez de una mano, un seno turgente, un rostro definido. Las formas de estos vestidos en el lienzo escapan de las estructuras tradicionales de su época y toman la influencia del movimiento Reformkleidung al que pertenecía Emilie Flöge, musa y compañera de Klimt, diseñadora de moda vienesa.*
Retrato de Emilie Flöge,
1902. Klimt
Retrato de Adele Bloch-Bauer I, 1907, Klimt.
Judith I, 1901, Klimt.
El Reformkleidung
era un movimiento de reforma al vestuario con una fuerte influencia del
feminismo vienés que veía en la indumentaria un espacio de manifestación
política para la liberación, física y simbólica, de las presiones a las que era
sometida la mujer. Al eliminar prendas restrictivas como el corsé generaban la
posibilidad de superar el capricho de la moda y la obligación femenina de
seguirlo (El corsé podía ser tan ceñido que causaba desmayos, lesiones y
deformaciones en las costillas).
Flöge y Klimt, muchachos locos.
La rigidez de la
silueta femenina representaba una rigidez moral, las prendas ceñidas modificaban
el cuerpo para vestir el rol social de la mujer. Las siluetas fluidas de Klimt
y Flöge tomaban inspiración de las túnicas africanas y los kimonos, la influencia
exótica también estuvo presente en las telas estampadas y mosaicos. Los
patrones de sus vestidos se inspiran en técnicas de esténcil japonesas y
mosaicos bizantinos.
Emilie Flöge, 1905.
Emilie Flöge luciendo sus diseños, 1910.
Retrato de Adele, 1912, Klimt. |
Muchos de los patrones en los vestidos de Emilie Flöge
fueron diseñados por Klimt y él a su vez llevó al lienzo la riqueza textil y ornamentación
geométrica del Reformkleidung. Las
preciosas creaciones de Flöge anticiparon una silueta libre del corsé y una independencia
femenina económica y política (ambas cosas llegarían después de la Primera
Guerra Mundial: la mujer de los años 20 abandonaría el corsé por una silueta
más holgada, cómoda para los deportes y la vida laboral. Es también en esta
época que la mujer obtuvo el derecho al voto). Sin embargo, el Reformkleidung
vienés no se impuso como tendencia y naturalmente no tuvo una amplia clientela.
La obra de Gustav
Klimt perdura, con la fluidez y vitalidad que Flöge, como musa, ayudó a
plasmar. Ambos se acercaron a ese desafío moral al que debe llegar el arte y,
¿Por qué no? el vestuario. Klimt creía en la capacidad del arte de manifestarse en medios considerados menores en esa época, como vestido, artesanía y manualidad. Él hacía una defensa de la experiencia estética cotidiana, que podía manifestarse en la pintura, arquitectura, decoración de interiores e indumentaria, superando la estrecha definición del arte en favor de una más integral.
Esas sensuales, vitales mujeres que pintó Klimt envueltas en preciosos textiles, brocados y mosaicos están envueltas también en un ideal maravilloso e inspirador. No vuelvo a mirar a Klimt con los mismos ojos.
Esas sensuales, vitales mujeres que pintó Klimt envueltas en preciosos textiles, brocados y mosaicos están envueltas también en un ideal maravilloso e inspirador. No vuelvo a mirar a Klimt con los mismos ojos.
En el 2008, John Galliano tomó inspiración en la obra de Klimt para la colección Dior Couture Primavera-Verano. La colección retoma muchos elementos del estilo Mod de los 60s, pero es en los bordados, patrones geométricos y uso de pedrería donde se puede leer una inspiración en las mujeres de Klimt. La colección aquí.
*Recomiendo para una lectura más amplia sobre esta historia, "Klimt as a Secessionist Dressmaker" de Clara Rivollet.
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