Vengo de cine, me vi The Danish Girl.
Ya sabía que el vestuario sería algo llamativo, impactante y muy propio de Paco Delgado, que es dado al drama. Lo que no esperaba era encontrar en ese vestuario un vehículo narrativo y un elemento simbólico tan conmovedor.
Si no la han visto, de pronto mejor que no lean más (aunque me parece que el trailer ya revela todo lo que sucede).
Desde los primeros minutos se percibe ese rol esencial del vestuario. Pequeños rituales como subirse unas medias o desatar los cordones de unas botas reciben segundos de protagonismo, no solo estableciendo la intimidad de las escenas domésticas sino comenzando el proceso de revelar la compleja relación de los personajes con su indumentaria.
Antes de llegar a Lili conocemos a Einer, vestido en tejidos rígidos y pesados, con camisas de cuello tieso que rematan esta intención de atraparlo en una armadura. Es de esta forma que Paco Delgado expresa la tensión interna y marca el contraste entre ese cuerpo masculino y la feminidad que aflora con la llegada de Lili.
Con la escena del cuadro de la bailarina vemos cómo Einer se ve obligado no solo a servir de gancho para las prendas sino a adoptar la pose que convierte esas prendas en gracia femenina.Yo puedo decir que hasta cierto punto entiendo lo que sintió él modelando para su mujer. Yo también he vivido esa sensación de mirar mi cuerpo envuelto en ciertas piezas y sentirlo diferente, más sensual, más delicado, más como yo quisiera que fuera en ocasiones. No hay que subestimar el poder de un buen vestido para transformar a una mujer (¿O dejarla salir?), allí se encuentra representado lo que es para occidente "la feminidad".
De hecho, la silueta ajustada en la cintura de ese vestido de bailarina y de los primeros trajes de Gerda y Ulla hacen parte de una estética que murió durante la década de 1920. Sufragio, mujeres trabajadoras y nuevos medios de transporte apoyaron el paso de curvas encorsetadas a batas holgadas de cintura caída, acompañadas de estilos de pelo corto, prácticos y modernos. Signos de mayor confort y libertad interpretados por los más retrógrados como una "masculinización" de las mujeres (aquí hay un poco de contexto sobre este tema).
Existe un registro fotográfico de los verdaderos Einer y Gerda que le sirvió a Delgado como referente para los diseños, al igual que los cuadros de Gerda. Se compró mucha moda vintage para ajustarla o usar las telas y detalles en nuevas prendas.
Delgado
se aprovecha de lo simbólico en las siluetas femeninas de aquel periodo
marcando un cambio entre la pareja de mujeres en Copenhagen y luego en
París. En el caso de Gerda, la inspiración del diseñador es Coco Chanel,
a quien se le atribuyen muchos de esos aires de libertad que llegaron a
la moda de la época. Para Paco, no solo es Lili quien se desahoga al
dejar salir su verdadera identidad. También las prendas de Gerda se
hacen más sueltas y desestructuradas a medida que asimila la realidad de
su matrimonio.
A través de sus pinturas y sus atuendos, Gerda también se libera.
La inspiración para los trajes de Lili en París viene de Jeanne Lanvin, que para Delgado era una referencia mucho más teatral (esta característica está presente en toda la historia, empezando porque la primera aparición pública de Lili se construye con pelucas y disfraces del teatro).
La paleta de colores de esta segunda etapa de la historia toma tonos más cálidos y rosas a medida que Lili deja salir su feminidad.
En ciertos momentos hasta los trajes masculinos son híbridos con
detalles femeninos (como pañoletas) en los que ya se piensa: esta es
Lili en su disfraz de Einer.
La evolución de Lili es sumamente compleja, en vestuario y maquillaje. Aunque su primera aparición nace gracias a Gerda, quien la usa como lienzo al maquillarla, los siguientes momentos se construyen con su torpe entendimiento de lo femenino y ahí la apariencia se nota caricaturesca y forzada. Desde el vestuario hasta el color del pelo y la fuerza del maquillaje delatan la falta de experiencia. Redmayne se desenvuelve como actriz que todavía estudia para mejorar su papel, incluso como bailarina que copia con las manos los gestos de las más expertas.
La película al final me deja el dilema sobre la capacidad del vestuario de alterar la identidad.
Lili siempre estuvo ahí, aunque tal vez jamás habría escapado sin ese vestido de bailarina. Einer en cambio se iba perdiendo a medida que avanzaba el juego.
Pero en el momento de intentar volver a ser el esposo que Gerda necesitaba abrazar, ya no era suficiente el hechizo de la camisa de hombre y el rostro desmaquillado. Ya Einer se había ido.
Supongo que un vestido no puede cambiarte si no hay un deseo de que lo haga.
***
Una observación adicional:
Por alguna razón, hay mucha atención puesta en los cuellos. Paco Delgado cuenta que uno de los problemas al "feminizar" a Redmayne era su manzana de Adán, un rasgo delator. El vestuario lo evade casi todo el tiempo con chales envueltos y cuellos elevados (como si Lili también fuera consciente de este detalle). En ocasiones, el gesto con el que el personaje se muestra avergonzado o atemorizado es cubrirse más el cuello subiéndose el abrigo o la pañoleta, hundiéndose más en esas prendas que lo validan como mujer.
Al respecto, uno de los símbolos más poderosos de la alianza entre Lili y Gerda es esa pañoleta que la primera obsequia a la segunda y que ambas comparten de aquel momento en adelante. La pañoleta se va con Lili en el tren como un amuleto de Gerda para el éxito en esa primera operación. Lili la lleva en el jardín al momento de morir y la misma prenda es la última despedida de ambas cuando se suelta sola del cuello de Gerda y se eleva con el viento helado de los fiordos daneses.
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Si les interesa el tema de moda y cine, tres cosas para mirar:
Mi reseña de Mad Max de 3 partes.
Mi reseña de The Great Gatsby.
Mi artículo sobre lo que se piensa cuando se diseña para cine.
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